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LA PALABRA INVITA

LA PALABRA INVITA

viernes, 20 de abril de 2007

NUESTRO DIOS TIENE UN CORAZÓN DE CARNE

Meditación de S.S. Benedicto XVI al concluir el Vía Crucis del Coliseo en la noche del Viernes Santo 2007.
(Tomado de CatholicNet)

Queridos hermanos y hermanas:

Siguiendo a Jesús en el camino de su pasión, vemos no sólo la pasión de Jesús, sino que también vemos a todos los que sufren en el mundo. Y esta es la profunda intención de la oración del Vía Crucis: abrir nuestros corazones, ayudarnos a ver con el corazón.

Los Padres de la Iglesia consideraron como el pecado más grande del mundo pagano su insensibilidad, su dureza de corazón, y les gustaba mucho la profecía del profeta Ezequiel: «quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne» (Ezequiel 36, 26). Convertirse a Cristo, hacerse cristiano, quería decir recibir un corazón de carne, un corazón sensible a la pasión y al sufrimiento de los demás.

Nuestro Dios no es un Dios lejano, intocable en su beatitud. Nuestro Dios tiene un corazón, es más, tiene un corazón de carne. Se hizo carne precisamente para poder sufrir con nosotros y estar con nosotros en nuestros sufrimientos. Se hizo hombre para darnos un corazón de carne y despertar en nosotros el amor por los que sufren, por los necesitados.

Recemos en estos momentos al Señor por todos los que sufren en el mundo, pidamos al Señor que nos dé realmente un corazón de carne, que nos haga mensajeros de su amor no sólo con palabras, sino con toda nuestra vida. Amén.


Comentario del diácono:

En mis momentos de reflexión de hoy, he encontrado muy pertinente los pensamientos del Santo Padre en torno a los sufrimientos de Cristo en el camino de su pasión. Si bien casi siempre nos quedamos en la periferia del significado de las enseñanzas, asumiéndolas como algo genérico que guardamos a beneficio de inventario con un : "sí, tal vez alguna vez pudiera ocurrirme a mí", o con una tibia constatación de que algo así está ocurriendo, pero lejos de nosotros: "¡Ah, pobre gente!" Estos son signos de que efectivamente nuestro corazón es de piedra y no de carne. Dejamos pasar los acontecimientos como si fueran ajenos a nosotros, así si estos nos afectan directamente o suceden a nuestro alrededor próximo o distante. No somos capaces de visualizarlos con una conciencia crítica; cuando más, encontraremos una justificación a nuestra actitud con un resignado (¡uf, qué alivio!) "esto es algo acerca de lo cual nada puedo yo hacer". Ésa es nuestra dureza de corazón. Y de mollera, claro. Si no somos capaces de creer por las palabras de Jesús al menos deberíamos creer por las obras. Las obras están y se dan caleta de veces, a cada instante, sólo que somos incapaces de internalizarlas para reconocer en ellas la intervención providencial de Dios. ¿Falta de espíritu o falta de entendimiento? Yo digo que ambas. Y en ese contexto se daba, especialmente en los tiempos de Jesús, cuando se pensaba que la inteligencia era una función que estaba radicada en el corazón. Así, expresar que se tenía un corazón duro como la piedra, significaba, además, lo mismo que ahora cuando le decimos a alguien que tiene cabeza de alcornoque. El corazón de piedra de los apóstoles les impidió comprender la profunda realidad de los acontecimientos que compusieron la vida, la palabra, la pasión, muerte y resurrección del Señor. Y fue sólo al influjo del propio Espíritu del Señor que ese corazón se trocó en un corazón de carne, es decir, sensible aún a los más pequeños estímulos. Podríamos afirmar que con la Resurrección no sólo concluyó definitivamente la vinculación del hombre con la antigua ley, sino que, además, en el corazón quedó radicado, como su único dominio, el amor, la sensibilidad particular que nos incita a aproximarnos a quien sufre, aunque no sea más que por simple curiosidad o simpatía, y que nos abre las puertas al conocimiento del otro... y llegar así a amarlo, en la forma en que solemos expresarlo para demostrar nuestra absoluta disposición, "hasta las últimas consecuencias"; es claro que para Jesús las últimas consecuencias significan no menos que "dar la vida por el que se ama". ¿Es racional esta posición extrema? Ya sabemos que desde sus comienzos el amor cristiano ha sido tildado como una locura. ¡Hermosa y sublime locura a cuya inteligencia se ha llegado por la sangre de Cristo que, por la Eucaristía, puede ahora fluir de nuestro corazón cargada de afectividad, para animar cada gesto de nuestro cuerpo y cada pensamiento de nuestro cerebro! Allí, en esa locura, está el nuevo nexo que se establece entre nuestro corazón de carne y nuestra cabeza de alcornoque, árbol que se torna dócil y flexible al beber la savia rejuvenecedora que nos comunica nuestra propia resurrección: una vida nueva! Y sin movernos de nuestro escritorio.

lunes, 16 de abril de 2007

SEGUNDO ENCUENTRO SEGUNDO AÑO

JESÚS NOS INVITA A BUSCARLO PARA VIVIR CON ÉL.

Este es el segundo encuentro relacionado con el signo central de nuestra fe: Cristo ha muerto como ofrenda por la remisión de nuestros pecados. El pecado es la muerte. La remisión o perdón del pecado es retornar a la vida: es resucitar. Como se cantó en la Vigilia Pascual, Cristo condonó el recibo del antiguo pecado heredado por el pecado de soberbia de nuestros primeros padres, Adán y Eva, y nos reconcilia con el Padre. Su Sangre derramada nos ha lavado, limpiado de esa carga original, y lo ha hecho en forma perfecta. Bautizados por el agua y el Espíritu que brotan abundantes del sacrificio de la Cruz, ya no será necesario, como pedía Pedro, que el Señor nos lave también la cabeza y el cuerpo entero. Ahora bastará con lavarse los pies, es decir aquellos pecados que en el recorrido del camino de regreso a la Casa del Padre, se van adhiriendo a nuestros pies (entiéndase: nuestra alma) y nos impiden llegar con el traje de bodas inmaculado al convite celestial. Jesús nos deja ese regalo como un encargo o misión específica de continuación de su ministerio diaconal a sus apóstoles (sacerdotes): hay que dejarse lavar mediante el sacramento de la reconciliación, porque quien no se deje lavar no podrá tener parte en la fiesta del eterno ágape a que somos invitados. Este tema que será retomado más adelante, en una forma específica, es transversal a toda la temática de nuestra catequesis, pues es la sustantivación de nuestro objetivo central: la conversión de todos los hombres.

Ambientación: Una imagen de Cristo Resucitado, o simplemente del rostro de Cristo, y un cirio ojalá adornado, al modo del Cirio Pascual.

ACOGIDA: Saludos: Siempre será bueno recibir a cada uno con alguna palabra especial, llamándolo por su nombre (Jesús llamó por su nombre a María de Magdala, y la voz del Señor permitió su reconocimiento y la alegría de la mujer. Esta vez, Jesús personalizará en su llamado a Tomás, a quien reprenderá con cariñosa severidad por su falta de fe: cada uno de nosotros es importante por sí mismo a los ojos de Dios).

ORACIÓN:

Monición: Cristo Resucitado nos invita hoy a iniciar un proceso personal y muy íntimo de conversión o reconversión (según las circunstancias particulares de cada uno), que no es posible realizar sin nuestra aceptación.

Canto: El alfarero: “Señor, yo quiero, nacer de nuevo; como el barro en las manos del alfarero…”

Testimonios: Alguno de los niños/papás es invitado a dar gracias por el este don del amor e infinita misericordia de Dios por nosotros.

Oración: Nos imaginamos lo hermoso que sería sentirnos liberados del recuerdo y la carga de nuestras faltas. Por ello, oramos con el acto de contrición implícito en la oración penitencial, la misma que recitamos en el comienzo de la Santa Misa.

¿Para qué nos reunimos hoy?: Para escuchar nuestras reflexiones en torno al acontecimiento de la Resurrección de Jesús:

  • ¿Creemos, de verdad, en la resurrección del Señor? ¿En qué basamos nuestras dudas y nuestras convicciones?

SEGUNDO AÑO CATEQUESIS FAMILIAR
FICHA DE INTEGRACIÓN ENCUENTROS 4 Y 5


I. DIOS ILUMINA NUESTRA VIDA EXAMEN DE NUESTRA VIDA

  • Leamos el texto de San Juan, con el que el evangelista cierra su versión del Evangelio, que nos narra la manifestación de Jesús resucitado a sus discípulos:

Evangelio según San Juan 20,19-31. Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". El les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré". Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". Tomas respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!". Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

(Información adicional: el mismo Juan, cuando recibe en éxtasis las revelaciones del Apocalipsis, narra que Jesús se le presenta “el que vive”, así es que lo manifiesta con el “Cristo Viviente”. En los Hechos de los Apóstoles, se nos narra cómo la gente continúa recibiendo el amor y la misericordia de Cristo (en signos admirables) a través de sus apóstoles.)

  • Algunos marcadores de los hechos vistos en los textos sagrados anteriores:

1. Jesús demuestra con gestos concretos, tangibles, que él efectivamente ha resucitado.
2. Jesús nos designa sus continuadores en la Evangelización y en el Bautismo.
3. Jesús nos entrega el sacramento de la reconciliación.
4. Jesús nos da su paz y nos comunica su Espíritu.
5. Jesús nos llama a confiar en Él.
6. Jesús, el Cristo Viviente, nos comunica su propia vida resucitada.

II. ¿De qué manera asimilamos en nuestra vida esas enseñanzas?

Reflexión del grupo: (Ayudarse con las pauta de “Dios ilumina nuestras vidas” de las pág. 23 y 25 Guión del Catequista de “Al encuentro del Dios vivo”)

  • ¿En qué hechos —actuales— validamos nuestra fe en su resurrección?
  • ¿Cuál creemos que es nuestra misión (personal y colectiva) en la evangelización del mundo de hoy?
  • ¿Qué pensamos acerca del sacramento de la reconciliación?
  • ¿Qué es la paz del mundo y cuál la de Dios? ¿Es un don material o espiritual?
  • ¿Cómo pensamos que compartimos AHORA, EN ESTE MUNDO, la resurrección y la vida eterna de Cristo?
  • ¿Qué relación se nos ocurre puede existir entre el Cristo Viviente y la Eucaristía?

Momento para orar: Se sugiere que se motive a pedir el don de una fe siempre ronovada, en la observación y el descubrimiento de la presencia de Dios —el Cristo Viviente— en los hechos cotidianos.

Compromiso para la semana:

Compartir en familia las reflexiones hechas en este encuentro y hacer un resumen integrador en torno al tema “Jesús es parte de mi familia” y cumplir las tareas del Cuaderno del Niño correspondientes a los encuentros 4 y 5.

viernes, 13 de abril de 2007

Ayuno y abstinencia penitencial

El día 10/04/07, Maritza Fabiola Concha Alvarez . escribió:
Si, Don Sergio es este mi correo, gracias por la preocupacíon; me puede aclarar una dua: ¿Por qué el Viernes Santo no se come carne y si pescado.? ¿De donde viene esta tradición?
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¡Hola, Maritza, te saludos afectuosamente. Aquí va la información solicitada:
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ABSTINENCIA Y AYUNO COMO FORMA PENITENCIAL

La Abstinencia forma parte de los actos penitenciales a que están obligados, por ley divina, todos los fieles, especialmente durante los denominados días penitenciales. Los actos penitenciales incluyen: la oración, las obras de piedad y las de caridad, la abnegación (mediante el cumplimiento más fiel de las obligaciones personales, por ejemplo) y, muy particularmente, el ayuno y la abstinencia. Estos preceptos están contenidos en el código canónico, el que establece que los días penintenciales son todos los viernes del año y todo el tiempo de cuaresma. Cada Conferencia de Obispos fija los detalles para el cumplimiento de esta obligación pero, en todo caso, no pueden excluirse del ayuno y la abstinencia los Miércoles de Ceniza (comienzo de la cuaresma) y el Viernes Santo. Las personas obligadas son las que han cumplido 14 años de edad y se prolonga hasta los 59 años de edad. Por razones pastorales, a juicio del obispo, estas obligaciones penitenciales pueden ser sustituidas total o parcialmente por otras formas de penitencia, entre las que se recomienda especialmente las obras y prácticas de piedad.

Ahora bien, la abstinencia propiamente tal consiste en privarse de comer carne (según la antiquísima tradición que data desde el Antiguo Testamento (Gen., 2, l6, 17), se circunscribe esta privación a comer carnes de animales de sangre caliente, por lo que quedan excluidos, por ejemplo, las ranas y los peces. También se excluyen las grasas y el tocino, usados como condimentos).

En el Nuevo Testamento, la primera parte del evangelio según San Mateo nos relata cómo Cristo pasó cuarenta días en el desierto sin probar ni bebida ni alimento. No lo hizo sólo por expiación sino que para dejarnos un ejemplo. Pero Cristo no definió días o tiempos de ayuno y abstinencia, Por el contrario, señala que no se puede obligar al ayuno mientras se está con él dejándola para "después que les haya sido quitado el novio". La legislación concerniente a la abstinencia en el Nuevo Testamento fue dada por el Concilio de Jerusalén (49-50 d.c.), prescribiendo "abstinencia de cosas sacrificadas a los ídolos y de sangre y de cosas estranguladas " (Act, xv, 29). Pero ya en los Hechos de los Apóstoles hay indicios de preparar el camino para importantes eventos mediante la abstinencia y el ayuno (Act, xiii, 3; xiv; 22). San Pablo establece la necesidad de abstinencia cuando dice que "quien se prepara para la lucha, de todo se abstiene, (I Cor., ix, 25); y "acreditémosnos como ministros de Cristo en tribulaciones, en apremios y en ayunos " (II Cor., vi, 5), que era lo que él hacía personalmente (II Cor., xi, 27).

Para mayor información, puedes ir al siguiente link: http://www.enciclopediacatolica.com/a/abstinencia.htm#2

Cariñosos saludos.

jueves, 12 de abril de 2007

PRIMER ENCUENTRO SEGUNDO AÑO


JESÚS NOS INVITA A REINICIAR RENOVADOS EL CAMINO.

Nota: Este es el primer encuentro desde el año pasado, y ocurre en un tiempo muy especial para los cristianos, y en particular, para los católicos: la Iglesia celebra jubilosa la Resurrección del Señor Jesús. La bienvenida deberá estar impregnada de este espíritu de alegría y de compromiso de vivir una Pascua distinta porque nosotros somos distintos ahora que estamos liberados de la carga del pecado y de la oscuridad de la muerte.

Ambientación: Una imagen de Cristo Resucitado, o simplemente del rostro de Cristo, y un cirio ojalá adornado, al modo del Cirio Pascual.



ACOGIDA: Saludos: Recordemos que hubo de omitirse la Celebración correspondiente a la imposición de cenizas, pues Cuaresma fue vivido con anterioridad al inicio de actividades, Por ello será bueno recibir a cada uno con alguna palabra especial, llamándolo por su nombre (Jesús llamó por su nombre a María de Magdala, y la voz del Señor permitió su reconocimiento y la alegría de la mujer).

ORACIÓN:

Monición: Cristo Resucitado nos invita hoy a caminar junto él para que, iluminados por su Espíritu Santo, recordemos lo que aprendimos el año pasado y nos animemos unos a otros a mantenernos constantes y fieles.

Canto: “Resucitó…, resucitó…, resucitó: ¡Aleluya!…”
Testimonios: Alguno de los niños/papás es invitado a dar gracias por el reinicio de estos encuentros.

Oración: Nos imaginamos la alegría de la Virgen al reencontrarse con su Hijo. Por ello le pedimos que nos ayude a reencontrarnos durante este año como esposos y padres y también como amigos de todos, a imitación de la Familia de Nazareth.

Para qué nos reunimos: para escuchar el llamado que nos hace Jesús a reiniciar la marcha iniciada el año pasado y que se resumió durante la Cuaresma pasada:

  • ¿Nos sentimos, realmente, convertidos? ¿Qué signos de conversión personal auto observamos?

I. EXAMEN DE NUESTRA VIDA

  • Recordemos las etapas de nuestra catequesis anterior:

  1. Jesús nos llama de distintas maneras a ser sus discípulos.
  2. Jesús nos recuerda la responsabilidad de nuestro ministerio de padres.
  3. Jesús nos recuerda y enseña cómo el Espíritu de Dios está en nosotros y actúa por medio de nosotros.
  4. Jesús se nos entrega como síntesis del antiguo testamento que finaliza la Antigua Alianza e inicia la Nueva Alianza por medio de María: Jesús es Hombre y es Hijo de Dios.
  5. Jesús es nuestro Maestro, que nos enseña con su Palabra (Evangelio) con una pedagogía de amor, atenta solicitud y extremado servicio: entrega su propia vida en testimonio de su Evangelio.

  • ¿De qué manera asimilamos en nuestra vida esas enseñanzas?

II. DIOS ILUMINA NUESTRA VIDA

Evangelio según San Lucas 24,13-35. Ese mismo día, dos de los discípulos iban a un pequeño pueblo llamado Emaús, situado a unos diez kilómetros de Jerusalén. En el camino hablaban sobre lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió caminando con ellos. Pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran. El les dijo: "¿Qué comentaban por el camino?". Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¡Tú eres el único forastero en Jerusalén que ignora lo que pasó en estos días!". "¿Qué cosa?", les preguntó. Ellos respondieron: "Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para ser condenado a muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero a todo esto ya van tres días que sucedieron estas cosas. Es verdad que algunas mujeres que están con nosotros nos han desconcertado: ellas fueron de madrugada al sepulcro y al no hallar el cuerpo de Jesús, volvieron diciendo que se les habían aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y encontraron todo como las mujeres habían dicho. Pero a él no lo vieron". Jesús les dijo: "¡Hombres duros de entendimiento, cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías soportara esos sufrimientos para entrar en su gloria?" Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?". En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron reunidos a los Once y a los demás que estaban con ellos, y estos les dijeron: "Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!". Ellos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

Reflexión del grupo:

  • ¿Sabemos nosotros qué pasó en Jerusalén?
  • ¿Qué recordamos de la Cuaresma y de la Semana Santa?
  • ¿Cómo culminó el Domingo pasado?
  • ¿Qué parecidos y diferencias encontramos entre la celebración de la Pascua Judía y nuestra Pascua de Resurrección?
  • ¿Qué relación se nos ocurre puede existir entre los acontecimientos de la cuaresma y de la Semana Santa y la Eucaristía?

Momento para orar: Se sugiere que se motive a pedir la Luz para comprender el misterio del Sacrificio de Jesús y para iluminar el camino en esta etapa final de la preparación a la Primera Eucaristía de nuestros hijos.

Compromiso para la semana:

Repasar en familia las etapas vividas durante la Semana Santa y cumplir las tareas del Cuaderno del Niño correspondientes a los encuentros 2 y 3.

viernes, 6 de abril de 2007

Planifiquemos nuestra acción


Nuestro Plan de Catequesis Familiar. Concepto. Definición.
(PROTOCOLO PRELIMINAR)
Propuesta elaborada por Sergio Candia Contreras, diácono permanente,
para la Catequesis Familiar del Colegio Arriarán Barros de Puerto Montt.


PRIMERA PARTE : CONSIDERACIONES GENERALES

Basándonos en lo realizado en torno a la catequesis familiar durante los años anteriores y la reiniciación de actividades en el presente año, se ha considerado necesario sistematizar nuestras tareas en un plan que nos oriente en lo sucesivo en nuestras metas y objetivos.
Pretendemos con este documento ordenar sistemáticamente los aspectos operacionales de la actividad, enmarcada en la Pastoral Arquidiocesana y de la Comunidad Escolar Arriarán Barros. En planificación, el término “operacional” involucra la posibilidad de medir, de evaluar lo que se pretende hacer y los logros de ese quehacer; de modo que este plan deberá permitirnos determinar anticipadamente dónde nos encontramos, a dónde queremos llegar y cuándo, y los medios o recursos que deberemos conjugar para el cumplimiento de nuestro objetivo.

¿Para qué nos servirá?

El primer objetivo de esta planificación será definir o redefinir de manera lo más precisa y objetiva posible el proyecto de catequesis familiar de la Comunidad Escolar:
a. Redefinir la orientación de la catequesis;
b. Obtener el reconocimiento y los apoyos necesarios de los distintos niveles eclesiales y de la Comunidad Escolar involucrados en la Pastoral Familiar;
c. Buscar y formar nuevos agentes pastorales;
d. Formular proyectos y programas de Catequesis Familiar.
e. Conseguir reconocimiento o una franquicia de la iglesia local o extranjera, entre otras opciones (apoyo financiero o técnico).

Esquema para el Plan de Catequesis

I. Introducción

1.1 Orígenes de la catequesis familiar.

“La Catequesis Familiar de Iniciación Eucarística puede ser reconocida como uno de los grandes frutos del proceso de renovación que la Iglesia, por la gracia del Espíritu, comenzó a vivir en la década de los sesenta y que, a nivel mundial, se expresó en el gran acontecimiento del Concilio Vaticano II.
La Catequesis Familiar de Iniciación Eucarística, en estos ya casi 40 años, ha sido el camino a través del cual millones de niños se han preparado para participar plenamente de la Eucaristía; y, a su vez, ha sido también el camino a través del cual cientos de miles de papás y mamás se han reencontrado en su propia vocación matrimonial, donde han redescubierto a Cristo y a la Iglesia, donde ha nacido una auténtica vocación de servicio a la comunidad y a la sociedad. Hemos sido testigos de cómo la Eucaristía es fuente y cumbre de toda la vida cristiana“ (LG 11).
La Catequesis Familiar de Iniciación a la Eucaristía nació en Chile como desarrollo de una experiencia de catequesis en que las mamás preparaban a sus hijos para la primera comunión. Reconociéndose el valor de esta práctica catequética, se vio que ella sería aún mucho más fecunda si lograba involucrar también a los papás, a los jóvenes de la comunidad y a los mismos sacerdotes, religiosos y religiosas de la Parroquia. (…)
La Catequesis Familiar de Iniciación a la Eucaristía –en las expresiones y realizaciones de cada Iglesia particular– no es un camino ya recorrido, terminado, concluido. Por el contrario, creemos que en el contexto de profundos cambios culturales que hoy vivimos, ella también debe renovarse, a fin de seguir siendo un camino de comunión y de esperanza.” (Congreso Internacional de Catequesis Familiar de Iniciación Eucarística. Santiago, abril 2005. Presentación del temario)

1.2 Objetivos y filosofía de la catequesis familiar. Definición de la misión, Visión y Valores (Qué, cómo y para quién).

Las orientaciones pastorales de la Pastoral Arquidiocesana para el año 2007, nos definen las motivaciones a considerar en todo trabajo pastoral: discipulado, comunión y misión. Éstas encuentran su fundamento en el propio evangelio:

a) el deseo y petición al Padre formulado por Jesús de que todos seamos uno, al modo en que el Hijo de Dios y Dios Padre son uno, y que esa unidad se exprese en una vida unida a Dios (Jn 17,21);

b) que esa unión de vida con Dios, se exprese en una prolongación de la misión de Cristo en la tierra, que es hacer a todas las gentes discípulos de Cristo por el bautismo y por la enseñanza y cumplimiento de su palabra (Mt 28,19-20). De este modo, la Iglesia que es la depositaria del misterio de la redención de Cristo, es, por su propia naturaleza divina, una iglesia misionera y todos sus miembros tienen un rol que cumplir en la evangelización del mundo, en una variedad de ministerios pero siempre todos en pos de la única misión profética, sacerdotal y real de Cristo, en la que fuimos ungidos por el Bautismo, confirmados por el Espíritu Santo y reedificados como Cuerpo Místico por la Eucaristía. La conciencia misionera, potencialmente instalada por el Bautismo en cada cristiano, se manifiesta activa por la acción del Espíritu Santo y por la gracia santificante que sobreabunda en la Palabra de Dios, fuente inagotable a la que es posible acceder con mayor eficacia a través de la catequesis, la predicación y la reflexión comunitaria.

c) Por la catequesis, más que por otras instancias, se accede a un conocimiento y profundización de la fe de forma sistemática, en una suerte de disciplina espiritual y mental que nos permite comprender mejor el magisterio de la Palabra y reestructurar la hechura comunitaria en que descansa la Iglesia, adecuándola a las exigencias de los tiempos.

d) Solo así el hombre de hoy podrá vernos como agentes creibles de Jesucristo.
Estos enunciados reperfilan el objetivo pastoral de “hacer de nuestra iglesia la casa y la escuela de la oración, la comunión, la solidaridad y la evangelización misionera”, premisa que sigue teniendo como centro la vida parroquial como medida de que se produce allí el encuentro con Cristo, especialmente en la Eucaristía prorrogada en la vivencia de la caridad fraterna.


II. OBJETIVOS PASTORALES DE LA CATEQUESIS FAMILIAR


En concordancia con estas líneas pastorales, la Catequesis Familiar en el ámbito escolar, deberá:

i. buscar replicar, por así decirlo, el ambiente parroquial de modo que en el proceso de formación escolar quede de modo particular definida como una instancia de compartir en comunidad la vocación de los bautizados de formarse y fortalecerse espiritualmente y de vivir el ministerio de laicos en misión.

ii. transformar el Colegio en agente activo de evangelización de los alumnos, de todo el corpus educativo y de los padres y apoderados.

iii. Propender, más allá de su servicio como catequesis de iniciación sacramental, a actuar como una instancia en la que todos sus miembros puedan hacer realidad el acceso a un catecumenado permanente, destinado a una participación más fructífera en los sacramentos y, muy particularmente, en la sacramentalización de la vida cotidiana (colegio, docencia, familia, barrio, parroquia).

iv. Sustantivar esta sacramentalización de la vida cotidiana (como efecto de la acción de promoción de la solidaridad que se gesta a partir de la catequesis), en una manifestación concreta de actitudes, conductas y comportamientos concordantes con el mandamiento de la caridad fraterna, especialmente en la suplencia de las carencias materiales y afectivas de los miembros de la comunidad escolar.


III. MARCO REFERENCIAL DE LA CATEQUESIS FAMILIAR


1. ANÁLISIS DEL UNIVERSO DE LA CATEQUESIS FAMILIAR EN LA C.E. ARRIARÁN BARROS

1.1 La catequesis familiar tiene como universo de acción la Comunidad Escolar “Arriarán Barros”, integrado, grosso modo, por los estamentos: docente (responsable de la gestión educativa); padres y apoderados (coadyuvante esencial no prescindible de la gestión educativa); educandos (sujeto de la acción educativa).

1.2 Análisis de la competencia. Denominaremos “competencia”, para los fines de nuestro análisis, aquellos factores que interactúan permanentemente dentro del universo de la comunidad escolar y que compiten con los objetivos que persigue la Pastoral Familiar. El componente esencial de la Catequesis Familiar es la formación de nuestros niños en el conocimiento, comprensión y práctica afectiva y comprometida de los valores cristianos a partir de una maduración de la fe. La "competencia" ofrece permanentemente a nuestros niños atractivos diferentes y les induce a asumirlos también comprometidamente, muchas veces en forma de dedicación exclusiva, de modo que, sin negar que son igualmente bienes necesarios para el crecimiento personal, al promover su exclusividad se transforman en antivalores. Estos antivalores están representados por el individualismo y conductas egoístas o egocentristas, propias de la ideología de la globalización que afecta a nuestros tiempos, presentes en la vida afectiva, intelectual, deportiva y cultural, con claros efectos sobre los conceptos y comportamientos éticos y morales de las personas.

1.3 Estrategia de oferta. La entrada en el interés de la comunidad y en el particular de nuestros niños constituye para la Catequesis Familiar un desafío, pues debemos presentar nuestro servicio de modo que sea tanto o más atractivo y competitivo que las ofertas no pastorales. Esto no significa, en caso alguno, desligar de la vida de los niños su interés por participar activa, competente y competitivamente en las ofertas de la vida secular, sino, por el contrario, incorporar a su conocimiento y práctica el dominio de los valores trascendentales de la persona humana, transformándolos en medios y herramientas hábiles para su desarrollo integral, y a través de los cuales se puede acceder a un mayor y más profundo conocimiento de la realidad de Dios, y expresarla en actitudes, comportamientos y compromisos de vida de ayuda mutua y de servicio a los demás. Este objetivo central implicará que la Catequesis Familiar, siendo el sujeto objetivo la formación de nuestros niños, deberá incorporar a su concreción a toda la comunidad escolar del Colegio Arriarán Barros. De modo tal que deberá tener una participación integrada y activa en los distintos niveles de dicha comunidad, intercatuando con ella desde su nivel directivo, docente, paradocente, de servicios y, muy particularmente, en el compuesto por padres y apoderados, todos niveles que constituyen, además, los medios naturales de convivencia permanente. Así entendido, la Catequesis Familiar constituye, más que ninguna otra acción, el agente pastoral por excelencia en que debe traducirse la llamada "Pastoral Familiar" del establecimiento. Este servicio más que de iniciación en el conocimiento de la fe, es un proceso de profundización de ella a través de la reflexión sobre los hechos cotidianos, que nos permita una maduración insustituible para llegar a hacer realidad aquello de que el mejor centro catequístico de formación de la fe es el hogar y los mejores catequistas, los padres (comprensión que extendemos por igual a la escuela, la sala de clases, los espacios de esparcimiento y, desde luego, a los directivos, docentes y auxiliares de todas las áreas).

1.4 Promoción y publicidad. Ésta forma parte de la estrategia de oferta, pero debe ser presentada en concordancia con el objetivo central de la pastoral a fin de no caer en contradicciones. Así como el hogar y los padres son los mejores espacios y agentes de una buena catequesis, los espacios destinados a la catequesis y los propios catequistas deben constituir el mejor atractivo para la captación y mantención del interés de nuestros niños e, igualmente, para los demás estamentos de la comunidad escolar. La facilitación de instancias de encuentros de convivencia y el uso de medios para focalizar el interés en los asuntos o temas propios de la formación espiritual de los individuos, más que la simple invitación a integrarse a las actividades, la estimamos como el medio más eficaz para lograr este objetivo.


2. EL SERVICIO DE LA CATEQUESIS FAMILIAR

2.1 Especificación del servicio.

Comúnmente el servicio ofrecido se identifica como: “Preparación de niños para la Primera Comunión”. Pero, ¿es éste el objetivo central de la catequesis? Si así fuera, el objetivo se cumpliría al recibir el niño su primera hostia consagrada. Pero no es esta "primera comunión" todo y lo único que se persigue con la Catequesis Familiar: Conforme a los objetivos de la pastoral arquidiocesana y de la catequesis en sí misma, la expresión “primera comunión” implica una dimensión muy reducida de lo que es el propósito central de la catequesis, que es llevar al niño a que adquiera un conocimiento y dominio más sustancial de lo que es participar en la Eucaristía, como expresión central del Ministerio de Jesús al que fuimos ya introducidos por el Bautismo y del que somos, como Iglesia, depositarios y, como bautizados, continuadores. La catequesis es así un servicio que, teniendo como sujeto objetivo al niño, lo trasciende para impregnar todos aquellos ambientes en que debe cultivarse y desarrollarse su fe.

2.2 Redefinición del ámbito servido por la catequesis familiar.

El concepto globalizador de la catequesis es, precisamente, su extensión familiar; aquí, el concepto de familia trasciende al meramente parental, de modo que es más bien una catequesis de comunidad o catequesis comunitaria, pues es una acción formadora para integrarse competentemente a la iglesia como componente activo de ella. Si mantenemos el arquetipo conceptual de Catequesis Familiar, es por entender que es una catequesis para la familia de Dios; es decir, para todas las gentes, en todas las épocas y en todas las situaciones de vida.
En sus aspectos básicos, la Catequesis Familiar tiene las siguientes connotaciones:

a. Para los niños, es su iniciación en el conocimiento sistemático de la doctrina que ilumina toda la vida cristiana.

b. Para los padres, es una contribución para el cumplimiento del compromiso bautismal de formar a los hijos en la fe como fuente para la plena vivencia de la relación del hombre con Dios a través del conocimiento de sí mismo en su dimensión de imágenes del Creador, el reconocimiento de los demás como sus hermanos en Cristo y en la santificación de la cultura por la acción del Espíritu.

c. Para el estamento docente es una soporte en la construcción del marco referencial de valores cristianos en el que debe desarrollarse toda su acción educativa.

d. Para la iglesia diocesana es una instancia para crear vínculos de pertenencia a las respectivas CEB de las familias de los niños y prepararlos para una participación activa y comprometida en la gestión pastoral parroquial.

e. Para toda la comunidad escolar y extraescolar, es un espacio para el seguimiento de Cristo en instancias de convivencia, de reflexión y de diálogo que hagan posible un catecumenado permanente que no se agota en la recepción de los sacramentos sino que se encarna en la vida cotidiana y en la acción transformadora del mundo efectuada dentro de la doctrina y moral emanada del Evangelio, por seres humanos –personas– conscientes de su filiación divina y su vocación a la santidad.

f. Para los agentes de catequesis, una oportunidad privilegiada de colaboración estrecha con el ministerio pastoral de la jerarquía y de un crecimiento personal a través de la experiencia directa de la diversidad con que se manifiesta la vivencia de la fe en el mundo actual.

2.3 Recursos, equipos e infraestructura.

La catequesis, para que sea eficaz, debe estar convenientemente respaldada por recursos humanos y materiales pertinentes que permitan fluidez en la entrega, y permanencia y calidad de logros. Estos recursos, si bien no son de alta cuantía, difícilmente pueden sustentarse sólo con las aportaciones pecuniarias voluntarias de los propios sujetos de catequesis, y no son sustituibles por la pura gratuidad del trabajo realizado por los agentes de catequesis. En esta área, es necesario definir a lo menos un proyecto que busque la obtención de ayuda interna (presupuesto de inversión del Colegio) y externa de la iglesia local y/o extranjera que permita a la Catequesis Familiar desarrollar sus actividades en forma competente.

El plan anual de la Catequesis Familiar, deberá contener un presupuesto real o estimación fundamentada de los costos pecuniarios que involucre el desarrollo de la totalidad de sus actividades. Subsidiariamente, corresponderá al sostenedor del Colegio solventar tales costos en aquella parte que no sea posible hacerlo con la generación de recursos de la propia catequesis.


SEGUNDA PARTE : ORGANIZACIÓN Y PLAN DE TRABAJO


1. Aspectos generales de la organización.

La catequesis familiar forma parte de la Pastoral de la CE Arriarán Barros y debe estar permanentemente vinculada a ella. Todas las acciones pastorales implican, de una u otra forma y en distintos grados de exigencia, procesos de formación que constituyen catequesis. Dicho de otra manera, la Pastoral del Colegio se expresa a través de la Catequesis Familiar

2. Marco estructural de la organización. Organigrama: (ver encabezamiento)



3. Definición de funciones y tareas.

La Catequesis Familiar estará integrado por los niveles con las tareas y funciones que a continuación se señalan:

FUNCIÓN COORDINACIÓN GENERAL

Es la función general de dirección de todas los niveles de gestión y reportará directamente a la Dirección del establecimiento. Su funciones y tareas específicas son:
a. Organizar los recursos disponibles para el desarrollo de la catequesis, previa su calificación.
b. Promover la captación de catecúmenos y su permanencia hasta el final del proceso de formación,
c. Facilitar el normal desarrollo de las actividades inherentes al proceso.
d. Resolver, en última instancia, los problemas de gestión y los conflictos de cualquier naturaleza que pudieren presentarse durante el proceso.
e. Representar al equipo ante las distintas instancias internas y externas con atingencia a la catequesis familiar.
f. Desarrollar las actividades de evaluación del proceso.
g. Previa consulta a la Dirección del establecimiento, delegar sus atribuciones y funciones.

Función de Servicios Comunes

a. Recibir y reportar al Coordinador General, las peticiones y/o reclamaciones relativas a la disponibilidad de recursos materiales necesarios para el desarrollo del proceso.
b. Asignar los recursos acordados para el desarrollo de las actividades del proceso.
c. Registrar el detalle pormenorizado de los recursos materiales disponibles y su distribución.

Función Técnica Curricular y Metodológica

a. Proponer planes y programas de la Catequesis Familiar, considerando los objetivos generales de la Pastoral Diocesana y de la Pastoral del Establecimiento, y las necesidades y posibilidades objetivas del universo catecumenal del establecimiento.
b. Proponer los contenidos programáticos y curriculares inherentes al proceso.
c. Proponer y desarrollar programas de formación y calificación de ACN y ACP.
d. Coordinar la gestión catequística para el desarrollo armónico de las actividades lectivas y su orientación a los objetivos de la planificación y programaciones acordadas.
e. Proponer sistemas de evaluación del proceso.

Función Catequística

Integrada dos o más sub-niveles funcionales, atendiendo la naturaleza y objetivos definidos para los grupos catecumenales (v.gr.: SN - Catequesis Eucarística para niños – SM - Catequesis para padres – SN - Catequesis de Confirmación) correspondiéndole a cada uno de ellos:

a. Coordinar el desarrollo de las actividades lectivas de la catequesis familiar con apego a los planes y programas aprobados.
b. Intermediar las relaciones entre ACN, ACP y Catecúmenos y resolver los conflictos emergentes, reportando a los niveles de Gestión Técnica o de Servicios Comunes, según corresponda.
c. Reportar a los niveles Técnico y/o de Servicios los informes de gestión de su nivel.

SN - Gestión de Agentes Pastorales de Catequesis:

a. A los AC de Niños y de Padres les corresponderá la función del desarrollo en aula de los contenidos curriculares de la Catequesis, con referencia a los planes y programas y las formulaciones metodológicas aprobadas.
b. Reportar a los sub-niveles de coordinación de la Gestión Catequística los resultados y problemas obtenidos en sus respectivos grupos de catecúmenos.
c. Participar en las actividades de formación, calificación y evaluación del proceso.


IV. RESUMEN


OBJETIVO GENERAL DE LA CATEQUESIS FAMILIAR


  • Ejecutar operacionalmente a través de la catequesis de niños, padres y apoderados, los objetivos de la Pastoral del Colegio.
  • Incorporar a toda la comunidad escolar a un proceso metodológico de formación y crecimiento espiritual cristiano.


OBJETIVOS ESPECÍFICOS

A. Estructurar corporativamente la unidad de Catequesis Familiar.
B. Proponer un Plan Bienal de Catequesis Familiar para la pastoral del establecimiento.
C. Proponer un Proyecto de Financiamiento de las Actividades de la Catequesis Familiar.
D. Definir y desarrollar un programa de Catequesis de Formación Eucarística para niños (alumnos del establecimiento) y sus Padres y Apoderados, que considere a lo menos los siguientes aspectos:
  1. Finalización del proceso de catequesis de Primeras Comuniones iniciado el año anterior (2006).
  2. Iniciación de un nuevo proceso de catequesis de Primeras Comuniones, correspondiente al bienio 2007-2008.
  3. Formación y calificación de los Agentes Pastorales de Catequesis de Primeras Comuniones.
E. Elaborar un Plan y Programas de Seguimiento Catecumenal para la Comunidad Escolar, que considere los siguientes aspectos:
  1. Elaborar un catastro para el diagnóstico de las necesidades de formación cristiana en los estamentos:
  • Alumnado
  • Padres y Apoderados
  • Académico – Para-académico – Administrativo y Servicios (incluido el servicio pastoral)
  • Elaboración y desarrollo de un programa anual de “regularización” sacramental, destinado a la administración de los sacramentos del bautismo, confirmación y eucaristía y de matrimonio de acuerdo a los resultados del catastro.
  • Elaboración y desarrollo de un programa anual de formación religiosa permanente para todos los estamentos de la comunidad escolar.
F. Evaluación del proceso

CRONOGRAMA MENSUAL DE ACTIVIDADES (GHANT)

Obj Específicos
III
IV

V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
A
B
C
D
D.a
D.b
D.c
E
E.a
E.b
E.c
F




Puerto Montt, abril 2007

jueves, 5 de abril de 2007

¡Llegad hasta el Señor...!

Así comienza la antífona del Salmo 99, que nos invita a unirnos a las aclamaciones de toda la tierra, con cantos que expresen que estamos dispuestos a servirle con alegría. Cada ser de la naturaleza es una antífona (una voz que responde) con gratitud a su creador.

He allí el motivo simple del título de nuestro blog, que estará destinado a sustantivar la misión que nos ha entregado el Señor, de ser testigos suyos en el trabajo catecumenal, a través de las respuestas concretas y pertinentes a su Palabra.

Espero que formemos un coro incesante pero armónico de respuestas a su llamado, que siempre nos sonará como una hermosa música pautada en nuestro espíritu, para lograr una perfecta comunión con Él en una constante Eucaristía.

¿Quieres agregar tus propias reflexiones a esta idea? Pues, ya las estamos esperando.

¡Ánimo!

RESPÓNDAME, POR FAVOR...! Respuestas a una niña

1) ¿Qué valores le entrega su carrera (diaconado)?
  • Antes de nada, debes tener en cuenta que esta profesión no es como las otras profesiones. Es de ejercicio libre y voluntario, pero hay una dependencia de un Patrón que está permanentemente observando qué hacemos y cómo lo hacemos. No es remunerado con un salario, pero se obtienen a cambio muchas compensaciones espirituales que, a la larga, redundan en la calidad de los beneficios materiales (recibidos como "sobre sueldos", je-je!). De esta condición laboral, se disfrutan los siguientes valores (entre otros):
  • espíritu de servicio: que es muy propio del diácono (que, en griego, significa "el que sirve")
  • espíritu de pobreza: pues el servicio del diácono debe ser gratuito para quienes lo reciben
  • espíritu de solidaridad: es un servicio que supone hacer míos las necesidades y carencias de los demás
  • espíritu de fraternidad: pues en el conocimiento del otro uno descubre cuán semejante es a uno mismo y cómo son de comunes los destinos y las angustias que surgen en el camino
  • espíritu de superación y de crecimiento: pues siempre debemos estar dispuestos a mejorar nuestra capacidad de servicio para así cumplir de la mejor forma posible nuestro trabajo
  • espíritu de paciencia y de constancia: pues casi nunca los resultados de nuestro servicio se producen de inmediato
  • espíritu de desprendimiento y de abnegación: pues siempre deberemos estar dispuestos a renunciar a bienes o derechos personales si ellos dificultan nuestra labor de servir a quien lo necesita.
En fin, todo esto potencia un gran y central valor: amarse a uno mismo y amar a los demás de una forma similar.

2) ¿Ha tenido alguna desilusión con respecto a su carrera?
  • Sí; pues como soy simplemente un hombre, casi siempre espero resultados espectaculares de mi trabajo. Y como no hay tales resultados espectaculares, a menudo caigo en la decepción.
3) ¿Cómo ha sido el trayecto de su carrera?
  • Digo que esencialmente azaroso, pues ha estado jalonado de alegrías y tristezas; de auxilios inesperados y de largos períodos de soledad e incertidumbre.
4) ¿Cuál ha sido su mayor decisión? ¿Le tomó mucho tiempo esta decisión?

La mayor decisión que he tomado —pues cambió mi vida para siempre— fue la de aceptar el llamado o invitación a ser un diácono. Esta invitación llegó repentinamente, inesperadamente; y la decisión de aceptarla fue igualmente rápida: según algunos, actué precipitadamente. Con el tiempo, uno entiende que un llamado o invitación de esta especie no es para ser meditado y darle vueltas y vueltas: se toma o se deja. Y cualquiera que sea la decisión, ésta es para siempre.

5) ¿Por qué decidió ser diácono?
  • Hoy pienso que fue por simple vanagloria, por sentirme más capaz que otros para cambiar tanta cosa mala que creía existía en el mundo. Presumía que, de acuerdo con aquello que se dice de que "en el país de los ciegos el tuerto es rey", ser diácono era como un traje a mi medida y merecimiento. Pero, desde los primeros pasos, entendí que talvez Dios llama al diaconado no a quienes tienen más para dar sino a quienes tenemos mucho que recibir.
6) ¿Qué sintió cuando le dijeron que era diácono?
  • ¡Ah! Como en aquella época era todavía muy lolo, traducido al lenguaje de los lolos de hoy, ganas de gritar: "¡Toma, cachito de goma!". De puro vanidoso, no más. ¿Te imaginai lo que es ser el primero en recibir un título profesional de estas características? Como dirían ahora, me sentí "la raja" ; pero pronto aprendí que no era para sentirse así, pues ya en las primeras tareas ministeriales tuve que reconocer que era caleta de indigno. Y aún sigo siéndolo: "siervo inútil… capaz de hacer nada más que lo que tengo que hacer". Nada extraordinario. Más bien, corrientoncito.
7) ¿Qué antivalores ha notado en su carrera?
  • ¡Puf! Creo que, como a San Juan, me faltaría espacio para enumerarlos. Tanto en lo personal, como en la iglesia misma y, desde luego, en el mundo circundante: egoísmo, personalismo, envidia, rencor, animosidad, incomprensión, afán de notoriedad, de poder, ambiciones materiales… Mejor no sigamos, ¿ya?
8) ¿Qué lo incentivó a ser diácono?
  • Tuve modelos de buenos servidores muy próximos: mi familia, en la que descollaron mis padres, siempre atentos a las necesidades de los demás y dispuestos a extender sus manos auxiliadoras. También los amigos que tuve (Sigisfredo, Juan Alberto, Luchín, la Chila, Alicia, Berenice, ¡la señorita Ita —quien me enseñó a leer y a escribir cuando tenía yo sólo cuatro añitos— y su hermana la Esperancita!, mis profesores doña Berta, doña Alicia (de quien estaba yo enamorado ya a mis 7 años), don Pedro (marxista y ateo, pero ¡qué buen cristiano, sin saberlo él!), el señor Barbieris (mi paternal profesor de francés, siempre alternando su cátedra con la transmisión de valores), don Ítalo (mi profesor de Física y Matemática, amistoso y jovial dentro de su italiana estructura de gigante), la Estercita (¡ah, que linda era, mi profesora de Castellano y Literatura, qué suerte tuve de pololear con ella en mi último año de estudiante de educación media en el Liceo Nocturno); el Padre Alfredo, el cura Bernardino, el padre Gonzalo, los padres Juan y Nelson…, el arzobispo don Alberto Rencoret, ¡y especialmente el padre Benedicto, tan querido y recordado!, las monjitas franciscanas —la Panchita, la Atiliana, la Jesuina, la Rosa María y la María Rosa—. Más cercanamente, mi esposa y su querida familia gracias a ella, doña Pepita, y mis cuatro hijos pequeñitos en esa época pero igual de buenos enseñadores… En, fin, la lista es larga, larguísima, caleta de modelos, como puedes ver: ¿qué podía hacer sino contagiarme de su espíritu de servicio sin medida?
9) Una pequeña autobiografía de usted como diácono y persona.
  • Nací en San Miguel (Santiago) el día de difuntos de 1941; mi padre, Ángel Custodio, obrero agrícola en aquella época, emigrante en busca de mejores horizontes laborales en la gran ciudad, ya era padre de mis dos hermanas mayores —Elsa e Hilia— nacidas del matrimonio con mi madre, Rosalba a la que había conocido en la ciudad de Los Ángeles cuando ella era nana en la casa de sus patrones. A mi madre no la conocí, pues murió a los pocos días de haber yo nacido (pero no por mi culpa, ¿eh?). A cambio de ella, tuve a la mamá Yuda, segunda esposa de mi padre, con la que el viejo se casó cuando yo no tenía aún un año: imagino que de ese matrimonio sí fui yo en gran medida responsable (mi papá no sabía cómo cambiarme los pañales). Tuve siete hermanos más: cuatro fueron mujeres, una ya fallecida. Estudié en Santiago, en la Escuela República de Colombia, y la educación media (Humanística en esos tiempos) en los Liceos Diego Portales, de Hombres Nº 6, y finalicé mis estudios en el Instituto-Liceo Nocturno de San Miguel mientras trabajaba como empleado de ventas en la misma curtiembre en que mi padre era obrero especializado. Careciendo de recursos económicos para seguir estudios universitarios, obtuve un empleo como auxiliar administrativo en la tesorería provincial de Llanquihue, en Puerto Montt, en 1960, el año del terremoto. Aquí conocí a mi esposa, doña Pepita, cuando ambos colaborábamos en la Juventud Estudiantil Católica (JEC). Nos casamos en 1963. Tenemos cuatro hijos, de cuyos matrimonios hemos recibido 11 nietos más otro que viene en camino. Después de varios intentos de terminar carreras universitarias (obstetricia, ingeniería en alimentos marinos, administración) logré, ya harto viejito, mi título de Profesor de Estado en la universidad de Playa Ancha (UPLA). Durante la realización del Concilio Vaticano II, fui invitado por el arzobispo don Alberto Rencoret a integrar como secretario la Comisión del Primer Sínodo Arquidiocesano, junto al Padre Piccardo, sor Atiliana y sor Francisca (la Panchita), franciscanas, y don Alfredo Espinosa, que era Redactor de El Llanquihue. En 1970 fui llamado por el arzobispo Rencoret para el diaconado permanente, restablecido por el Concilio. Fui ordenado el 24 de mayo de 1970 por el mismo arzobispo Rencoret junto al Padre Piccardo, en la Parroquia San Alberto de Crucero, siendo párroco Juanito Espinoza. Como diácono me ha correspondido prestar servicios en distintas parroquias y comunidades. El servicio más prolongado (25 años) ha sido en la Casa San José, junto al fallecido Padre Benedicto Piccardo. Allí sigo aún, con la gracia de Dios y la paciencia (santa paciencia) de las monjitas del San José, y colaborando en la catequesis familiar del Colegio Arriarán Barros.